CONFIESO QUE HE VIVIDO /3
El grupo de teatro El Cornetal se presentan uno a uno y nos cuentan de primera mano las sensaciones que les produce el teatro.
Fotos: Grupo de Teatro El Cornetal
ANDRÉS RUIZ (1979)
Tengo 39 años, nací el 29 de enero del 1979 en Valladolid, he vivido en Madrid desde los 18, y los últimos 5 años en Cenicientos, llegué aquí por casualidad buscando alejarme de la ciudad y llevar una vida sencilla en el campo. He sido durante algún tiempo actor profesional. Desde hace casi tres años llevo la dirección de El Cornetal, que ha vuelto a reunirme con las tablas y donde me he encontrado con un equipo de personas maravillosas que dice esto del grupo:
YOLI (1964)
Nací en Cenicientos el 1 de agosto de 1964. Gitanos y gitanas bailan danzas alrededor de las regidoras, la prosa y la poesía lo inundan todo de algarabía. (A propósito de la obra que hicimos de “la elección de las alcaldesas de Daganzo, adaptación de un entremés de Cervantes).
BELÉN SAAVEDRA (1960)
Nací el 15 de enero de 1960 en Cenicientos. El primer recuerdo que me viene a la memoria es, como lograr que un grupo de personas de diversas edades y diferentes actitudes hemos podido coincidir en lo esencial para llevar a cabo esta compañía de teatro que nos ha cambiado la vida.
MILAGROS SAAVEDRA
Tengo 59 años y cuando comenzamos esta experiencia del grupo de teatro no estaba en el mejor momento de mi vida. Es más, si soy sincera, estaba en el peor. Me acerqué a la primera reunión por curiosidad. Tres años y unas cuantas representaciones después, tengo que reconocer que cada día de ensayo, hay algo que me sigue sorprendiendo. Dentro del grupo he encontrado gentes muy diferentes a mi con las que he compartido penas y alegrías, charlas, debates, risas y cañas… y que me hacen ver el mundo con quince pares de ojos diferentes.
ANA
Tengo muchos recuerdos de mi estancia en el grupo de teatro “El Cornetal” todos ellos muy entrañables. Pero uno de los más señalados es el día que uno de los participantes nos dijo que conocía a un actor que nos podía echar una manita. ¡Que buena fusión! Un grupo de gente con muchas ganas de aprender y hacer teatro y una persona ofreciéndonos todas sus vivencias y conocimientos del tema.
CARMEN CHAMORRO (1955)
Tere y Ana preguntaron
Esa bonita mañana
si quería participar
en un grupo de teatro
que acababa de empezar
Reticente me sentía
¡Con esta memoria mía ¡….pensaba
el miedo me atenazaba
y llegué a la conclusión
que la respuesta era no.
Pero otra voz me decía
“aprovecha la ocasión,
de ejercicio servirá
a tiempo estas Carmencita,
tú lo tienes que intentar.”
Y de pronto me encontré
rodeada de personas
que con ilusión buscaban
textos, escritos, historias
a poder representar
Comenzamos con “Nuestra aula….”
nacieron los personajes
docentes, autoridades, pasotas, chulitos e ingeniosos
pueblerinos, empollones, pícaros y fantasiosos
Resaltando en los ensayos
esos graciosos momentos
de alegría, risas y diversión,
emociones positivas
que nacen del corazón
Y de pronto ese día
para todos había llegado,
nervios tras los telones…
Con ilusión los artistas
mostrarían su trabajo
a ese público expectante
que se había desplazado
para disfrutar de la obra
que habíamos preparado
MILA JIMÉNEZ (1966)
Todo comenzó un día de octubre de 2016. Cuando buscando una actividad para distraerme un poco y romper con la monotonía cotidiana, ingresé en este grupo de teatro de aficionados creado por nuestra compañera Yoli al que pusimos de nombre ‘El Cornetal’… Nunca imaginé lo que iba a aportar a mi vida y los momentos tan gratos que iba a darme. Ni mucho menos se me pasaba por la cabeza en salir a un escenario delante de tanta gente y actuar. Yo solo pensaba en ayudar en hacer los decorados y cosas así. Cuando ya preparaban la obra elegida apareció Andrés que sabía algo de teatro y se convirtió en nuestro director y gracias a nuestro interés y esfuerzo todo ha ido saliendo bien. ¡Y yo terminé actuando!
Creo que nos hemos ido superando poco a poco en las obras que hemos ido representando. He conocido gente estupenda que solo conocía de vista la que he cogido mucho cariño, con los que comparto momentos muy agradables y espero seguir compartiéndolos por mucho tiempo. Ahora ya estamos preparando nuestra nueva obra con mucha ilusión.
La vida a veces te sorprende gratamente poniendo en tu camino personas y momentos maravillosos que no esperabas tener.
MARGARITA SANTIAGO (1937)
Yo nací en Cenicientos el 7 de diciembre de 1937, ahora tengo 80 años y sigo viviendo aquí. Formo parte del grupo de teatro llamado “El Cornetal”. Este nombre proviene de un monte de pinos muy bonito que tiene el pueblo. Al lado hay una montaña que se llama “Las Peñas”. Mis padres subastaron piñas de este lugar durante muchos años.
Desearía que todo se quedase igual y nada le pasara a este maravilloso entorno, que es el pulmón del pueblo.
INÉS
Y de repente, llegó a mi vida El Cornetal, lo que empezó siendo un simple entretenimiento, se ha convertido en una maravillosa experiencia de la cual he aprendido muchísimo. Risas llantos, suspiros, lamentos…ha habido de todo en este grupo que ya es una gran familia. Por todo esto mil gracias a todos sus componentes y a todas esas personas que lo hacen posible y deciden acudir a vernos. Porque siga siendo posible…
RICARDO J. (1956)
Nací en Cenicientos el 20 de diciembre de 1956.
¿Quién me iba a decir a mí que iba a formar parte, como actor, de un grupo de teatro?
Ni por lo más remoto me lo hubiera planteado tiempo atrás; pero un buen día, gente amiga, con la que compartía otras actividades lúdicas, me hicieron la propuesta de que me apuntara al grupo de teatro del pueblo en el que vivo; mientras me iban dando explicaciones, yo, mentalmente, iba preparando mi respuesta que fue la siguiente: NO, NO y NO; pero por qué? me decían, lo vamos a pasar muy bien, nos vamos a reír un montón; y yo argumentaba: pues porque yo para eso no sirvo, me da vergüenza subirme a un escenario, ni me imagino presentarme a actuar ante el público, me voy a quedar en blanco, etc. etc., así que dije que NO y que NO (otra vez). De momento, ahí quedó la cosa, hasta la semana siguiente que, ¡cómo no! volvieron a la carga: que vayas a probar, que si no te gusta no vuelves, que no pasa nada, que por favor que bajara. Total que, teniendo en cuenta que convencerme a mí no debe resultar muy difícil, al final dije: bueno bajo a ver en que consiste pero no me comprometo a nada, ¿estamos de acuerdo? Sí, sí, me dijeron, tu bajas y lo ves; y bajé al teatro, a ver de qué iba el asunto. Esa misma tarde, ya estaba ensayando para la primera obra que íbamos a representar. Hoy, ya casi camino de tres años desde que empezamos los ensayos, tengo que decir que formar parte de este grupo y de esta actividad, es una de las mejores experiencias que estoy viviendo.
Gracias.
Y PARA TERMINAR…
…un fragmento del texto de “Cyrano” de Edmond Rostand:
Pues bien, ese es mi vicio
Me gusta provocar, adoro ese suplicio
¿Y qué quieres que haga?
Buscarme un protector, un amo tal vez
Y como hiedra oscura que sube la pared
medrando sibilina y con adulación.
Cambiar de camisa para obtener posición,
No, gracias. Dedicar, si viene al caso
Versos a los banqueros, convertirme en payaso.
Adular con vileza los cuernos de un cabestro
por temor a que me lance un gesto siniestro.
No, gracias. Desayunar cada día un sapo.
Tener el vientre panzón, un papo
que me llegue a las rodillas con dolencias
pestilentes de tanto hacer reverencias
No, gracias. Adular el talento de los canelos.
Vivir atemorizado por infames libelos
y repetir sin tregua: ¡Señores soy un loro,
quiero ver mi nombre escrito en letras de oro!
No, gracias. Sentir temor de los anatemas.
Preferir las calumnias a los poemas,
Coleccionar medallas, urdir falacias.
No, gracias. No, gracias. No, gracias. Pero cantar,
soñar, reír, vivir, estar solo, ser libre.
Tener el ojo avizor, la voz que vibre.
Ponerme por sombrero el universo,
por un si o por un no, batirme o hacer un verso.
Despreciar con valor la gloria o la fortuna,
viajar con la imaginación a la luna.
Solo al que vale reconocer los méritos,
no pagar jamás por favores pretéritos.
Renunciar para siempre a cadenas y protocolo,
posiblemente no volar muy alto, pero solo.